Solapas principales
Proyecto
Nacidos en los años sesenta del siglo XX, la nuestra fue una generación educada para hacer las maletas y abandonar el mundo rural. De la vida en los pueblos y del trabajo de la tierra no se podía esperar otra cosa que malvivir. Era Barcelona o cualquier otra gran ciudad, muy lejos del campo, donde teníamos que ir a formarnos y hacer carrera profesional. Es esto es lo que se esperaba de nosotros y de nuestra generación.
De los pueblos, como quien dice, se tenía que huir -y ésta era la consigna, asumida por todos-, y nosotros no fuimos excepción e hicimos caso a nuestros padres. Como tocaba, fuimos a estudiar a la ciudad, y empezamos a ejercer nuestras respectivas profesiones liberales hasta que, un buen día, al cabo de los años, descubrimos que Barcelona no era nuestro lugar en el mundo, no era el lugar donde queríamos vivir. Eran tantas las cosas que echábamos de menos de los pequeños pueblos de la comarca del Priorat! Tantas, que decidimos comprar el billete de vuelta, a pesar del desagrado y la sorpresa familiar.
Nuestro proyecto de retorno al Priorat se llama Mas Sant Rafel. Es una finca de 46 hectáreas, la mitad de las cuales son bosque, después de que se fueran abandonando paulatinamente a lo largo de los últimos cincuenta años.
Ahora, cuando recuperamos para el cultivo algunas de estas hectáreas perdidas, descubrimos debajo de la maleza márgenes de piedra que nos hablan de que, en este rincón del Mediterráneo, hubo generaciones que se esforzaron para ir ganando unos metros escasos a la montaña y poder plantar un par de olivos o varias cepas.
Es por ello que para nosotros, los márgenes de piedra (que se levantan siguiendo una técnica tradicional, piedra sobre piedra, sin ningún tipo de argamasa) tienen un gran valor patrimonial y sentimental. Y nos hace felices rememorar el esfuerzo de nuestros antepasados mientras rehacemos los márgenes, si es necesario, y volvemos a luchar para recuperar parte de las hectáreas abandonadas durante el siglo XX.
Lo hacemos todos los días, mientras tratamos de practicar una viticultura respetuosa con el entorno y elaborar buenos vinos a partir de las variedades típicas de la DO Montsant, intentando expresar la singularidad y diversidad de nuestra finca.
Ahora, nuestros hijos vuelven a correr por las calles del pueblo, en grupo, como toda la vida, mientras juegan al escondite y, a la hora de la merienda, la abuela les prepara una rebanada de pan con chocolate.
Pilar Just y Xavi Peñas